¿Cuántas veces habremos dicho u oído esa expresión de “es que no me escuchas…” y no hemos entendido o no hemos sabido interpretar exactamente lo que quiere decir?. Lo primero que vamos a hacer es aclarar los conceptos de oír y escuchar.
Pero antes y a modo de nota, comentar que la Comunicación Humana es muy amplia y no sólo aparece la escucha en ella, por lo que las personas con ciertas dificultades o discapacidades sensoriales encuentran otras formas alternativas y/o aumentativas para comunicarse (concepto mucho más amplio que la escucha).
Así pues, decir que Oír es captar el sonido, las palabras que se dicen, algo independiente de nuestra intención (se puede oír sin querer…). En cambio, Escuchar es entender el significado de esas palabras, comprender lo que la otra persona quiere decir, para lo cual debemos también interpretar esos sonidos.
Escuchar requiere tanto procesar lo que nos dice la otra persona como demostrarle que le prestamos atención. Es algo que se hace intencionadamente. Dedicamos poco tiempo a escuchar y demasiado a oír…
Si se quiere ayudar a una persona mediante la escucha, se necesita una cierta distancia emocional (no debemos absorber sus problemas) sin dejar nunca de ser empáticos y cercanos, por supuesto, pero no permitiendo que nuestras emociones sobre lo que estamos escuchando puedan interferir, ya que cambiaríamos inconscientemente, el significado de las palabras a interpretar. Esto viene a resumir la frase de “no basta solo con buena voluntad…pero es muy necesaria”.
Un problema que tenemos, en ocasiones, es creer que se le está ofreciendo toda la atención necesaria a la persona que te está hablando cuando, en verdad, estamos atentos también a lo que nos rodea (personas, sonidos, etc.) e incluso suelen interferir pensamientos nuestros en ese momento (mientras se escucha) no captando tanta información como creemos y pudiendo pensar la otra persona que no se le está escuchando.
Aunque, si queremos destacar algún error después de la supuesta escucha, no podemos dejar pasar la mala costumbre (queriendo o sin querer) de sermonear y/o aleccionar, siendo esto algo a evitar , ya que no denota mera escucha, sino parcialidad, enjuiciamiento y sentencia sobre el tema, lo cual puede que no haya sido solicitado ni sea realmente necesario.
Pero… ¿afecta el ser escuchado a sentirse solo? ¿necesitamos las personas escuchar o ser escuchadas?
El ser humano es, en base, un ser social, por lo que no solo es necesaria la comunicación en general, sino que en la mayoría de los casos el ser, o sentirse escuchados provoca una respuesta favorable al hecho de socializarnos mejor, estar con más gente, sentirnos comprendidos, sentirnos integrados o, también, sentirnos importantes o poderosos, entre otros aspectos. Todo esto está muy unido a la identidad propia frente a la de los demás, al igual que a nuestra autoestima.
Así como el “hablar” nos ayuda a desahogar tensión, ordenar ideas en nuestra mente, expresar emociones y sentimientos (como ansiedad, miedo, rabia), es el “sentirse escuchado” lo que proporciona mayor intensidad a esto o justamente lo contrario si no se produce (mayor tensión, rabia, etc.).
Aunque sobre este tema se puede tratar mucho más, no quisiera terminar sin nombrar la denominada Escucha Activa (mostrar a otra persona que se le está atendiendo, sea o no verdad), que forma parte de las habilidades sociales del ser humano y es susceptible de ser aprendida o mejorada, para darle diversos usos.