En más de una ocasión habremos escuchado frases del tipo “hoy estoy depresivo” ó “Buf, vaya depresión que tengo”.  Algunas veces, se utilizan para expresar un malestar o decaimiento pasajero más relacionado con momentos de tristeza, pero el término  depresión va mucho más allá que todo esto.

Los conceptos depresióntristeza son distintos, y para explicarlos comenzaré con una breve introducción sobre las emociones y más en concreto, sobre la tristeza.

Las emociones van unidas a la persona, no podemos no experimentarlas, otra cosa es que nos resulte difícil expresarlas o detectarlas, cuanto más manejarlas.

Una clasificación básica de las emociones es la de Daniel Goleman quien las engloba, en su libro “Inteligencia Emocional”: Felicidad, Tristeza, Enfado, Sorpresa, Miedo y Disgusto.

 

 

Concretamente, explica que la Tristeza es la sensación de desasosiego y vacío, de decaimiento y desmotivación provocadas generalmente por una pérdida (ya sean fallecimientos, separaciones, etc.). Incluso el clima (Sol, lluvia, etc.) influye sobre esta emoción. La tristeza suele ser una emoción momentánea, pasajera, que puede durar desde un breve instante a unos días, pero siempre es algo pasajero.

Ante esto podemos pensar que no queremos experimentar esa emoción, en cambio, hay que decir que posee una importantísima función en nuestras vidas, ya que nos ayuda a reparar las pérdidas. A lo largo de nuestra existencia vamos padeciendo distintas pérdidas y los cambios se van sucediendo, ayudándonos la tristeza a afrontar  aquello que nos viene de frente, ya que provoca que nos replanteemos las situaciones buscando una solución u otra posible salida para seguir adelante; es un periodo reflexivo, en ocasiones de retiro de las actividades cotidianas, para asimilar la “perdida” y adaptarnos a la nueva situación.

Así pues, la tristeza (estado de ánimo normal) no ha de conllevar una enfermedad y si bien la tristeza es útil, la depresión, no lo es.

Hemos de realizar un importante trabajo de introspección, esto es, mirar dentro de uno mismo y rebuscar las posibles causas (es aconsejable escribirlas en un papel). Quizás no estemos conformes con el tipo de vida que llevamos (aunque estemos convencidos que es la que debemos llevar), o con las relaciones de amistad o de pareja que tenemos, pero no nos damos cuenta de ello o no queremos admitirlo.

Quizás no hayamos encontrado un hobby o no realizamos cosas que realmente nos satisfagan (recuerda que siempre es buen momento para aprender algo nuevo, por difícil que parezca); quizás no nos hemos parado nunca a pensar en nosotros mismos (lo que queremos, lo que nos gusta) sin que nadie ni nada nos diga cómo deben ser las cosas…

En ocasiones, es interesante analizar esto para, al menos, poder detectar en parte por qué estamos con este estado de ánimo tan bajo. Lo siguiente sería proponernos metas nuevas en cualquier área de la vida (personal, familiar, de amistad, laboral…) o incluir algunas cosas diferentes que nos den un poco más de aire.

Está claro que la solución no es fácil pero, a veces, es cuestión de planteárnosla y hacer algo al respecto.

Abrir chat